El atleta ecuatoriano se llevó la medalla de oro superando las adversidades.
El sudor, los calambres, el cansancio general, y los golpes de la vida no fueron suficientes para que el atleta ecuatoriano, Claudio Villanueva se lleve la medalla de oro en los 50 km marcha, en los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Cuando los micrófonos y los flashes de las cámaras se acercaron a preguntarle sobre su dedicatoria, el cuencano de 31 años no dudó en mencionar a su progenitor, y le envió un mensaje conmovedor: "Si estás vivo, si me estás viendo, para ti va esta medalla papá, pero si estás muerto, que me cuides desde el cielo".
¿Pero qué pasó con Paulino? el propio marchista recuerda con nostalgia la última vez que vio a su "papi" como le dice de cariño: "Lleva 12 años perdido, él salió a caminar en El Cajas, pero nunca más volvió, se lo ha buscado pero sin éxito, es un golpe que llevo conmigo".
Profundizando en su memoria, 'Calavera' (como le dicen sus amigos debido a su físico delgado ante tanto ejercicio cardiovascular), revive su pasado familiar asegurando que su padre era un gran motivador, forjó su personalidad competitivo, de trabajar de forma honrada y siempre ser humilde: "era un gran padre, me inculcó siempre el trabajo y que todo esfuerzo tiene su recompensa".
"Mi papi nunca pudo verme con una medalla internacional, ni siquiera ganar un torneo nacional, ya que cuando era juvenil, fui segundo en varias competiciones, y cuando él ya desapareció, pude cosechar mis triunfos como la Copa Panamericana en 2017, y ahora la de oro en Lima".
Si bien la desaparición de su padre ha sido un factor clave para forjar su carácter ante las adversidades, su familia es su inspiración, su motor de cada día para marchar durante horas, gota a gota, paso a paso. "Mi familia son todo para mí, mi esposa, mi madre, y sobre todo mis hijos Santiago y Joaquín", empieza hablando con una sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que es su tema favorito a la hora de conversar.
Mientras se acomoda en el asiento del hotel que se hospeda en Guayaquil, Villanueva señala a Santiago como un ejemplo de superación: "mi hijo nació con parálisis cerebral y ciego, pero eso no lo ha limitado, lo ayudamos con su terapia, y ahora ya puede mover ciertas partes de su cuerpo, eso me dan ganas de entrenar más, porque si él, con su capacidad puede hacer lo que hace, ¿con qué cara puedo quejarme de no poder marchar un kilómetro más?".
Entre desapariciones y enfermedades, la pobreza ha sido una compañera fiel para Villanueva y su familia, por lo que se vio obligado a buscar mejores oportunidades de vida en España, allí vivió por cuatro años, y que gracias a su padre de origen español, pudo trabajar durante cuatro años en el 'Viejo Continente'.
Hoy recibe un sueldo gracias al Plan de Alto Rendimiento, donde espera que gracias a la medalla de oro, pueda meterse en la élite deportiva nacional, y así cubrir sus necesidades económicas.
Ya pensando en el futuro, Villanueva mira con esperanza el horizonte, ya que en octubre se viene el Mundial en Doha, capital de Catar, país de infinitos desiertos y climas extremadamente calurosos. "No soy bueno en el calor, pero iré por mi cupo a Los Juegos Olímpicos, debido a que estuve apenas a un segundo de marcar un tiempo mínimo para clasificar a Tokio 2020 de forma directa", revela el azuayo.
Pero no todo es marcha en su vida, Villanueva apoya al trabajo de su madre, vendiendo fideos al por mayor y menor, en Cuenca, siendo un negocio familiar, y que se dedica luego de sus prácticas diarias.
La sombra de Jéfferson Pérez no le pesa, ya que él tiene su objetivo claro, tiene su personalidad definida, tiene un carácter inquebrantable ante las adversidades, ante las cuestas: "quiero ser recordado por mi trabajo, por mi esfuerzo en cada carrera, en cada tramo, en cada paso, porque la vida es dura pero es así".