Ecuador registró este viernes un incremento de 2.214 casos de COVID-19.
Hasta 2018 Iván Castro se desempeñaba como guardia de seguridad, pero desde entonces no pudo conseguir trabajo y se convirtió en una de las cientos de personas que viven en las calles del centro colonial de Quito.
Para él y para los otros ecuatorianos sin hogar la pandemia del nuevo coronavirus fue la etapa más dura, porque cuando los quiteños se encerraron en sus casas por al menos cuatro meses se quedaron sin los restaurantes donde obtenían algo de comida y la caridad de quienes les donaban ropa y zapatos.
Castro, de 60 años, relató que durante la cuarentena se refugió en una casa abandonada del centro capitalino con otros seis compañeros de calle con quienes pasaba el tiempo leyendo la Biblia, pedazos de periódicos desechados y escuchando una vieja radio a pilas.
Ahora que la ciudad ha empezado a recuperar algo de su ritmo habitual, también han vuelto a la superficie otros efectos de vivir en la calle. “Lo más feo es la discriminación social; nos insultan, nos miran mal, se alejan de nosotros, eso es más feo que la propia soledad. También debemos lidiar con los compañeros adictos que a veces se ponen violentos, agresivos”, afirmó Castro a The Associated Press.
Ecuador registró este viernes un incremento de 2.214 casos de COVID-19 en un día, con lo que su cifra de contagios acumulados ascendió a 309.643, mientras que los decesos suman 16.412, informó el Ministerio de Salud Pública en su reporte diario.
Los fallecimientos se reparten entre 11.600 confirmados, que deja un total de 72 muertes más que ayer, y 4.812 fallecidos probables por la enfermedad, precisó la cartera sanitaria.
La provincia de Pichincha, cuya capital es Quito, es la que más casos reporta con 106.633, 812 nuevos respecto a la víspera, seguida de la costera de Guayas, de la que Guayaquil es capital, con 40.231 positivos, 314 adicionales en 24 horas.
Castro y decenas de personas sin casa encuentran algo de alivio y refugio en las instalaciones del Patronato San José, una entidad dependiente del municipio de Quito, aunque muchos suelen vagar o apostarse en los semáforos en busca de una moneda o pidiendo zapatos y ropa, ahora más necesaria por el intenso temporal invernal que azota a todo el país con oleadas de frío y lluvias incesantes.
Carola Pazmiño, coordinadora del Proyecto de Atención a Habitantes de Calle del Patronato San José, dijo a la AP que antes había un centenar de personas sin hogar que se movían regularmente por el centro colonial quiteño, pero que en los últimos meses ese número se ha multiplicado al menos por siete y que se ha detectado un 10% de extranjeros, especialmente venezolanos.
“Nuestras instalaciones tienen capacidad para unas 30 personas, en el comedor atendemos a 40 personas en el almuerzo y en la noche a 50 personas. Necesitamos con urgencia ropa, calcetines, ropa interior, zapatos e insumos”, aseguró.
Añadió que además de la alimentación y el acceso a una ducha ese organismo también sirve de enlace para que las personas sin hogar tengan acceso a atención médica y psicológica.
Paúl Tuquerres, parte del equipo que trabaja con los habitantes de calle, dijo a la AP que durante la pandemia generaron alternativas “para sobrevivir, como mendigar de puerta en puerta. También se unieron en grupos para que si alguien conseguía algo, compartía con el resto".
Sin embargo, agregó, "ese trabajo de grupo también sirvió para conseguir drogas... y el consumo se caotizó (se volvió caótico) en medio del confinamiento”.
John González, un venezolano de 39 años que vive en la calle, llegó a Ecuador a mediados de enero tras caminar durante más de un mes “huyendo de todo lo malo que pasa en mi país". Pese a su situación, añadió, "decidí quedarme porque acá todo me parece muy bien”.
Pero el “frío de Quito es muy fuerte), me hace falta ropa", dijo González, que lleva puesto lo mismo desde que llegó a Ecuador.