Un epidemiólogo analiza cómo se ha manejado la enfermedad y una eventual vacuna.
De norte a sur de la Tierra y de este a oeste del planeta, nuestro mundo ha sido golpeado por el coronavirus, ese letal e invisible enemigo que llegó para quedarse y poner de cabeza nuestras vidas y, sobre todo, nuestra salud.
El arribo del COVID-19 se da en un mundo moderno, en el que los avances de la ciencia y la tecnología apuntan cada día a un nuevo desarrollo que, en la mayoría de los casos, mejore la calidad de la existencia del ser humano. Aquí, surge una pregunta: si la comunidad médica y científica ha dado pasos agigantados en sus áreas, ¿por qué surgen pandemias como la del coronavirus, a las que aún no se puede derrotar definitivamente?
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A criterio del doctor Mario Paredes, epidemiólogo, es precisamente la tecnología la que produce un mayor grado de transmisibilidad. “La posibilidad de transmitir un virus, ya sea de Sudamérica a Europa o viceversa, solo media la distancia del vuelo de un avión (…) Los medios de locomoción, por aire o por tierra o por mar son mucho más apresurados en este tiempo. Incluso, la tecnología nos permite rastrear de dónde se está moviendo una patología y hacia dónde se está extendiendo”.
En otras palabras: una paradoja. “Creo que conocemos más de las pandemias (patología que sobrepasa los límites territoriales de un país) por el mayor desarrollo, podemos ser más finos en las medidas de prevención y los tratamientos, que no se daba antes”. Precisamente, menciona el catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, “la tecnología y los medios de comunicación son los que nos permiten trabajar casi a tiempo real con lo que se está produciendo”.
“A la par de que el progreso o el desarrollo es un factor que puede agravar una pandemia, esa misma tecnología nos puede ayudar a controlarla. Es algo paradójico: el conocimiento utilizado para bien o para mal puede producir grandes beneficios o al mismo tiempo puede darnos grandes penalidades en la humanidad”, resalta el epidemiólogo de la Dirección de Sanidad de la Armada del Ecuador.
El experto no es optimista sobre el futuro. “Probablemente, sí (tengamos una nueva pandemia). No sé qué tan mortífera sea, pero la posibilidad de una transmisibilidad masiva se puede dar porque el progreso hace que, al mismo tiempo, estructuras que antes no estaban al alcance de un virus, ahora sea posible hacerlo”, comenta.
Diferencia y semejanza con otras pandemias
El epidemiólogo dice que, además del avance de la ciencia y de la medicina en la actualidad, un factor diferenciador de lo sucedido en el pasado es algo tan básico como la higiene: “Eran todo lo contrario a lo que tenemos ahora. No se consideraba la prevención y la higiene como prioridad”.
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Una semejanza con pasadas pandemias es que estas enfermedades, “en su momento, han iniciado gestación a partir de los animales y luego se han transmitido al ser humano”.
Paredes ve la irrupción del hombre en otros ambientes como una de las causas para que se originen enfermedades de tal agresividad como el COVID-19. “Las pandemias se están produciendo aproximadamente cada 50 años, y grupos de pandemias se producen en forma cíclica cada 10 años. El ser humano se introduce, de manera agresiva, en otros ambientes, cambia la estructura ambiental, y algunas patologías que se originan en animales pasan al ser humano. Luego, de ser humano en ser humano se convierten en focos de pandemia”, destaca.
Errores y aciertos en Ecuador
“El principal error que tienen las autoridades nacionales en el sistema de salud es no dejarse asesorar por personas que tenemos algo más de experiencia. Nuestra especialidad nos ha permitido estudiar estos datos. La mayor parte de los profesionales de epidemiología nos hemos sentido desplazados”, aseveró.
El catedrático también señala como una falla la falta de percepción de riesgo de la enfermedad. “La situación económica y sobre todo el costo en vidas habría sido menor, si se tomaba la decisión puntual, como se la tomó mucho después, de cerrar los aeropuertos del país y de cerrar las fronteras”.
Paredes cuestiona que el sistema de salud nacional es curativo y no es preventivo. “Se privilegió la atención en los hospitales; el enfoque debería ser cuidar a la comunidad desde antes de que empiece la patología para procurar que el sistema no colapse”, explicó.
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Entre lo que califica como aciertos, Paredes resalta el que la web del Ministerio de Salud cuente con información que tiene el respaldo de otras organizaciones como, por ejemplo, el Centro de Control de Enfermedades, que está en Atlanta, Estados Unidos.
“Otro acierto es la contratación, hasta cierto punto, de profesionales de salud en primera línea, en los hospitales, sobre todo. Lo que sí no ha habido es una retribución igual en relación a lo que hemos hecho los compañeros en primera línea”. El especialista opina que el régimen debería ayudar a las familias de médicos y enfermeras que fallecieron por el ataque del virus.
La pregunta del millón: ¿cuándo tendremos una vacuna?
El epidemiólogo cree que los científicos lograrían un prototipo de vacuna para mediados del próximo año. “Hemos acelerado bastante el proceso porque generalmente se trabajaba esto en animales, hemos pasado directamente a la experimentación en humanos”, agrega.
Pero Paredes destaca un punto a tener en cuenta: la transformación del virus. “He empezado a revisar la posibilidad de que estemos nosotros frente a una mutación del virus; es decir, el mismo virus busca adaptarse cuando no es efectivo para replicarse o mantenerse en una comunidad” indica.
Vistazo a las plagas en la historia
La plaga de Atenas, en el año 430 antes de Cristo, mató a 150 mil personas. Una enfermedad que se originó en Etiopía, atravesó Egipto y Libia, terminó impactando Grecia y acabó con la vida de miles de atenienses y espartanos.
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En la Edad Media, la peste negra, en su brote más mortífero, acabó con la vida de 200 millones de personas en el mundo, entre 1347 y 1351. La enfermedad originaba pústulas y ganglios inflamados en los cuerpos de los infectados. Las pulgas de las ratas que viajaban en los barcos de China transmitieron la bacteria a los humanos.
A lo largo de la historia, los científicos atribuyen a la viruela la mayor cantidad de muertes infecciosas, superando los 300 millones de muertos. Se considera una enfermedad erradicada por completo a finales de la década de 1970, tras programas de vacunación mundial.
La gripe española, en 1918, mató entre 40 y 50 millones de personas. Se le dio este nombre porque mientras la mayoría de los países europeos estaban en guerra de trincheras, España era un territorio neutro y su prensa no censuró las publicaciones sobre la pandemia, menciona la web france24.com
En 1957-1958 y en 1968, se produjeron 2 pandemias consideradas "leves" por la Organización Mundial de la Salud (OMS): la gripe asiática, causada por un nuevo virus de la influenza A (H2N2), y la gripe de Hong Kong, del virus H3N2.
La OMS calcula que cada una de esas enfermedades causaron entre 1 y hasta 4 millones de muertes en el mundo. Se cree que se originó en base a una mezcla de cepas de los virus de la gripe aviar y la gripe humana. El rápido desarrollo de una vacuna contra el H2N2 y la disponibilidad de antibióticos para combatir infecciones secundarias limitaron su propagación y la mortalidad de la pandemia.
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Según la web de la BBC, tras 10 años de evolución, este virus de gripe "asiática" desapareció, pero dio lugar a un subtipo que acabó provocando una nueva pandemia: la del virus de 1968. El virus que causó esta pandemia sigue en circulación en la actualidad y es considerado una de las cepas de gripes estacionales.
El VIH/Sida fue considerada una pandemia cuando se descubrió en Estados Unidos en 1981 y ha dejado entre 25 y 35 millones de muertos.
La gripe A (H1N1), también llamada en un principio "gripe porcina". La infección tuvo un número estimado de muertes de entre 100.000 y 400.000 tan solo el primer año de la pandemia (2009-2010).
La pandemia del coronavirus que, según los expertos, se originó en un mercado de Wuhan, en China, ha provocado la muerte de más de 580 mil personas en el mundo.