El maltrato está presente en todos los ámbitos y estratos culturales.
El maltrato está presente en todos los ámbitos y estratos culturales. Si existe violencia y has sido incapaz de reconocerla, estas señales servirán para despejar dudas frente al maltrato.
Hay maltrato si:
Te ridiculiza: Si te hace sentir inferior, torpe o inútil. El menosprecio, el control y el aislamiento suelen ser los mejores indicadores de que algo no va bien en una relación.
Las mujeres que sufren violencia psicológica no identifican los primeros insultos y amenazas como signos de maltrato. Cuando surgen, sienten que son culpables de activar la respuesta de sus agresores. Es fundamental poner fin a la situación desde los síntomas iniciales".
Te aísla: Si te impide relacionarte con familiares o amistades o incluso si se pone celoso o provoca peleas, no te ciegues. Una relación saludable está basada en la confianza y el respeto mutuo.
Si vigila tu manera de vestir, si no expresas tus opiniones libremente por miedo a su reacción, si revisa tu teléfono móvil y tus redes sociales, si continuamente te sientes inferior, si has dejado de salir con tu círculo de amistades porque no le caen bien es hora de reaccionar.
Te insulta: Si te amenaza, te humilla, te grita o te descalifica en público o en privado, no debes consentirlo. La mejor forma de no caer en esta espiral es mantener una relación afectiva equilibrada, basada en el respeto, la confianza, la cooperación mutua y el reparto equilibrado de responsabilidades y tareas, sin establecer relaciones de subordinación.
Te culpa: Los insultos, la humillación, la culpa y toda la violencia psicológica son signos de la histórica estructura patriarcal de nuestra sociedad, en la que se perciben estas actitudes como normalizadas e indicadoras de la naturaleza masculina.
Te amenaza: Si dice que va a hacerte daño a ti o a tu familia. Las mujeres somos domesticadas para la sumisión desde pequeñas y recibimos el mensaje de que tenemos que aguantar y soportar porque ellos son así. Consideramos natural lo que es un ataque a nuestra dignidad.
Te da miedo: Si te asustan su mirada y sus gestos es porque sientes que estás en peligro. Los machistas utilizan a sus parejas como escaparate de su poderío. Las cubren de pieles y joyas y después las insultan, las desprecian o les pegan. La única diferencia es que, a las que tienen mayor formación y posibilidades económicas, les resulta más fácil superar el terrorismo de género que se ejerce a través del miedo y la dependencia. La víctima pierde su identidad. Lo primero que hay que hacer es tenderle la mano e invitarla a hablar.
Te agrede: Si te ha puesto la mano encima alguna vez, no esperes a que se repita. Es normal que tengas miedo a equivocarte, que sientas que aún le quieres. A menudo buscamos razones para justificarle ('es celoso porque me quiere', 'perdió los nervios porque tiene mucha responsabilidad', 'si soy buena esposa/pareja cambiará') o para minimizar la violencia ('no fue para tanto', 'le pasa a todo el mundo'). Estas creencias son falsas y pueden confundirte, debes saber que tú no provocas ni eres culpable y que no hay ninguna razón que justifique las agresiones.
Te fuerza: Si te ha obligado a mantener relaciones sexuales en contra de tu voluntad, no lo consientas. Muchas víctimas se oponen a denunciar "por miedo, culpabilidad, vergüenza, falta de apoyo social o familiar o por la dependencia económica del agresor. Su resistencia puede provocar incomprensión en el entorno, pero la ayuda de personas cercanas (familiares, amistades, compañeros de trabajo) es esencial.
Te chantajea: Si te amenaza con quitarte a tus hijas e hijos en caso de dejarle, también te está maltratando. Es importante tener en cuenta que los menores son las víctimas invisibles y más vulnerables de estas situaciones.
Con información del El Mundo.es.